Eduardo Jorge es vecino de Navacerrada. Se presenta a sí mismo como un científico de medio pelo, venido a menos, en un país que desconoce qué es la investigación y para qué sirve. Actualmente dedicado a labores clínicas en el Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda.
Su interés por colaborar en el blog es aportar conocimientos científicos de distintos aspectos relacionados con la ciencia, la cultura y la vida cotidiana.
En su primera colaboración, Eduardo nos habla de un gas especialmente peligroso. Esperamos que os resulte interesante.
¿Qué sabes del monóxido de carbono?
Desde hace mucho tiempo si conoce la peligrosidad del CO. En los primeros hogares en los que se instaló gas de alumbrado, que se obtenía quemando carbón, uno de los productos resultantes era el CO, lo cual produjo muchas muertes por mala combustión del carbón.
Ya en aquella época, Arthur Conan Doyle gran conocedor de la ciencia química introdujo el CO en sus novelas como uno de los medios de asesinato en “El intérprete griego”.
Durante la Segunda Guerra Mundial el CO fue el primer gas que se utilizó con método de extinción masiva. A finales de 1939 empezó a emplearse en las cámaras de las de gas. Himmler, uno de los lugartenientes de Hitler asistió a una de esas matanzas en el mes de diciembre (Beevor 2012). A principios del año 1940 se hicieron experimentos en camiones como cámaras de gas móviles. Los nazis introducían a los prisioneros en camiones y conectaban el tubo de escape al habitáculo del mismo. La muerte era inevitable, pero, por desgracia, era lenta y no se adaptaba a las necesidades genocidas nazis. Sin embargo, el método era convincente, por ello se ordenó a los químicos alemanes buscar un gas que pudiera acabar con la vida humana una forma mucho más rápida. Ahí empezó el desarrollo del gas Zyklon B, un pesticida fabricado con cianuro. Este gas mortal, era desgraciadamente de efectos devastadores e inhumanos, más aún que los producidos por la utilización de CO.
Actualmente, una forma corriente de suicidio es dejar en el coche en marcha en un garaje y tapar toda posible ventilación que tenga el local. No llevará más de 10 minutos que la persona muera por inhalación de los humos y por tanto del monóxido de carbono.
También tragedias colectivas como la ocurrida en la ciudad de Santa María (Brasil) en donde 232 jóvenes perdieron la vida en un devastador incendio en una sala de fiestas víctimas de las quemaduras y de la inhalación de humos. De los 88 supervivientes, muchos necesitaron la administración de oxígeno hiperbárico para eliminar el CO de su sangre.
También existen aplicaciones interesantes en la química de nuestra vida diaria. Uno de los usos para los que se ha empleado el CO es en el empaquetamiento de carne. Cuando vamos a un comercio en donde podemos seleccionar las bandejas con carne, que suelen tener un plástico transparente para comprobar su aspecto, en muchas ocasiones nos encontramos con que presentan unos colores rosáceos que hacen que elijamos esa carne, en principio suponiéndola más fresca que otras carnes que tiene un color algo más marronáceo. En algunos casos si nos fijamos en la fecha de envasado y caducidad de esa bandeja de carne podemos comprobar que está próxima a la caducidad y por tanto no debería tener un color tan vivo. Si esto ocurre un color rosa muy vivo y una fecha cercana a la caducidad es que el producto ha sido envasado con monóxido de carbono, que como ya sabemos, se ha fijado a la hemoglobina impide que cambia de color, por tanto, el color ha sido fijado de una forma artificial.
El monóxido de carbono (CO) es un gas que no se puede ver ni oler, pero que puede causar la muerte cuando se respira en niveles elevados. Se produce cuando se queman materiales combustibles como carbón, petróleo, gas, gasolina, o madera. Las chimeneas, las calderas, los calentadores de agua o los aparatos calefactores domésticos si no funcionan bien y no queman el combustible con la presencia de suficiente cantidad de oxígeno que queman combustible, también pueden producir CO. Este gas causa, desgraciadamente, la muerte de decenas de personas todos los inviernos. Es un gas no irritante, invisible, e inodoro, no somos capaces de darnos cuenta de su presencia excepto con un detector de CO apropiado. Cuando se emplean estufas en habitaciones mal ventiladas, el oxígeno de la habitación es empleado en la combustión y por tanto, en la generación del calor. El principal síntoma de su presencia en las personas, es el adormecimiento. Lógicamente, el adormecimiento es una sensación agradable y, por tanto, difícil de percibir como peligrosa. Los síntomas de intoxicación aguda por monóxido de carbono incluyen: dolor de cabeza, náuseas, vómitos, hiperventilación, arritmias cardíacas, edema pulmonar,coma y fallo renal agudo. La muerte sucede por fallo respiratorio. En caso de sobrevivir o en intoxicaciones crónicas puede dejar secuelas neurológicas.
Millones de toneladas métricas de CO se vierten a la atmósfera todos los años. En Europa, 2/3 del monóxido de carbono proviene de fuentes de transporte, siendo evidentemente los vehículos de motor son los mayores contribuyentes. En áreas urbanas los vehículos de motor contribuyen con el 90% del vertido a la atmósfera. Altas concentraciones en la atmósfera son las causantes del “dolor de cabeza” urbano. El humo de los cigarros también contiene una gran concentración de monóxido de carbono. Se estiman como niveles peligrosos 9 ppm de monóxido de carbono durante unas ocho horas y 35 partes por millón durante una hora. Sin embargo, no parece ser una amenaza global para nuestro planeta de forma que la naturaleza es capaz de prevenir su incremento.
Excepto en casos severos, casi todos los casos de intoxicación por monóxido de carbono son reversibles. Evidentemente el mejor antídoto es la administración inmediata de oxígeno puro.
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